Cañón Rojo de Teruel

El Cañón Rojo de Teruel, también conocido como Rambla de Barrachina, pertenece al pequeño pueblo turolense de Villaespesa, a unos 5 km al suroeste de Teruel.
Es un paisaje árido, con una formación rocosa que se ha ido formando a lo largo de los siglos, a base de la erosión del agua y del viento, y que ha dado lugar a paredes verticales y grandes grietas en el suelo.
El color rojo y naranja de su tierra arcillosa le ha valido su nombre de Cañón Rojo, al más puro estilo del Cañón del Colorado. Y es que este lugar te transportará al lejano oeste, evocando imágenes de películas del far west. Y aunque esta zona no ha sido testigo de batallas entre indios y vaqueros, sí fue un punto importante en la Guerra Civil Española, siendo enclave de la Batalla de Teruel (entre el 15-12-37 y el 22-02-38).
Estas fotos están realizadas partiendo de la Rambla de Barrachina, hacia el collado que divide las Muelas y La Musa, y a partir del collado, siguiendo una pista que nos brinda la vista de unas impresionantes paredes verticales sobre el barranco de Valdeciervos.

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Los Mases de Albalate del Arzobispo

En un sentido amplio, se entiende por “mas” cualquier edificio mayor que una caseta y más pequeño que una torre o “chalet”, situado fuera del núcleo urbano del pueblo, y mínimamente habitable.
En un sentido estricto, el “mas” era una construcción ligada tradicionalmente con la siega y la trilla. Por lo general constaba de una pequeña estancia en torno a un fuego bajo, una cuadra para las caballerías, y un altillo (“pajar”) que se usaba de dormitorio y para guardar la “parva”. Cada “mas” tenía su propia era donde se trillaba y aventaba el trigo.
Su proceso de construcción era tan sencillo (cuatro paredes de mamposte, argamasa o barro, “cañizos” y tejas) que hasta las familias más humildes podían construirlos y disponer de ellos. De ahí que haya partidas en el término de Albalate en que están tan abundantes y apiñados, que se convierten en auténticos protagonistas del paisaje.
En la parte más oriental de Teruel, los mases o masadas fueron auténticas unidades económicas completas, con corrales, huerta, era y tierras de labor, que sirvieron para repoblar los territorios reconquistados a los musulmanes. En estas partidas, alejadas de los núcleos de población, vivían permanentemente los masoveros, familias que se encargaban de su explotación. Solo en el Maestrazgo hay registradas 676 masías, de las que muy pocas siguen habitadas.

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